Aburrirse también es un derecho: su valor terapéutico para nuestros hijos e hijas
- Gema Benito González

- Jul 19
- 3 min read
Updated: Jul 23
Vivimos en una época en la que el aburrimiento parece algo a evitar a toda costa. La sobreestimulación está tan presente en nuestras vidas que cuando nuestras hijas o hijos expresan con cara larga un “me aburro”, enseguida sentimos la necesidad de ofrecerles algo que hacer, ver o jugar.
Pero… ¿y si el aburrimiento no fuera algo negativo? ¿Y si aburrirse fuese en realidad un derecho? Un espacio fértil para que se active la imaginación, para que surja el juego espontáneo, la conexión interna o incluso el deseo de crear. Acompañar a nuestras criaturas en esos momentos de vacío puede resultar difícil, pero también tremendamente valioso.
🧠 1. El aburrimiento como semilla de creatividad
El aburrimiento no es sinónimo de desinterés ni de pasividad. En la infancia, aparece como un estado transitorio en el que la mente, libre de estímulos externos, comienza a buscar dentro. Lejos de ser una pérdida de tiempo, este espacio de aparente inactividad es la antesala de la creatividad.
En contextos donde el juego no está estructurado, donde no hay instrucciones ni pantallas mediando, es donde aparece el juego simbólico, la exploración espontánea y la capacidad de inventar. Es ahí donde el mundo interno toma protagonismo.
📱 2. El antídoto inmediato: pantallas y estimulación constante
Hoy en día, basta un clic para silenciar el aburrimiento. Y sin embargo, la exposición constante a estímulos digitales debilita la capacidad de tolerar la frustración, interrumpe los procesos creativos y a menudo sustituye el deseo espontáneo por una gratificación inmediata.
A corto plazo, las pantallas calman. A largo plazo, muchas veces inquietan. Por eso, la gestión del uso de la tecnología en casa no es solo una cuestión de normas: también lo es de valores. ¿Qué tipo de relación con el tiempo queremos transmitir a nuestros hijos?
🌱 3. No intervenir también es acompañar
Cuando un niño o niña se aburre, a menudo lo expresa con incomodidad. Es tentador responder rápidamente con una idea o una actividad. Pero a veces, el acompañamiento más respetuoso es quedarse cerca, sin dirigir, sin intervenir. Solo estar.
Dejar espacio al vacío no significa desatender, sino confiar. Permitir que sean ellos y ellas quienes lo llenen con su mundo interior, con sus ideas, con su deseo.
🧒🏽 4. Acompañar el aburrimiento en la práctica
Aquí algunas claves sencillas:
✓ Nombrar sin resolver: “Estás aburrid@, ¿quieres estar aquí conmigo un rato?”
✓ Ofrecer tiempo libre sin actividades dirigidas.
✓ Disponer materiales ricos: telas, bloques, cuentos, lápices, naturaleza.
✓ Evitar distracciones automáticas: no ofrecer la pantalla como primera respuesta.
El objetivo no es evitar el aburrimiento, sino ayudarles a navegarlo.
🪞 5. ¿Y tú, te aburres?
A veces, como adultas, también huimos del aburrimiento llenando cada espacio con tareas, notificaciones o listas de pendientes. Pero aburrirse también es un derecho para nosotras. En ese vacío pueden surgir ideas, emociones, recuerdos, intuiciones.
Si queremos que nuestras hijas e hijos cultiven esa capacidad, quizás primero necesitemos reconciliarnos con ella nosotras mismas.
Aburrirse no significa estar mal. Es simplemente una pausa, una tregua, un espacio que puede ser fértil. Defender el derecho al aburrimiento es defender una infancia con espacio para ser, para explorar, para imaginar. Es regalarles tiempo, confianza y la oportunidad de descubrir quiénes son.
Si te has reconocido en estas líneas y te gustaría trabajar tus vínculos familiares desde una mirada terapéutica y cercana, puedes conocer más sobre mi trabajo en Crianza acompañada o escribirme directamente por WhatsApp.






Cuanta razón tienes y qué bien explicado .. una maravilla leerte. Ojalá tuviésemos más tiempo para aburrirnos… saldrían muchas cosas buenas .