
Creatividad a la hora de la siesta: cuando el descanso despierta nuevas ideas
- Gema Benito González
- Jul 24
- 2 min read
En verano, el mundo parece ralentizarse. Las agendas se vacían, las calles se calman al mediodía y el calor nos empuja a buscar refugios más frescos y pausados. Para muchas personas, la hora de la siesta es ese momento en el que por fin pueden soltar: el cuerpo se relaja, la mente divaga, y aparece un estado que no es del todo sueño… pero tampoco vigilia.
En esa tierra de nadie, tan distinta al ritmo del resto del año, es donde a veces ocurre la magia: surgen recuerdos olvidados, intuiciones nuevas, decisiones que llevan tiempo gestándose. La creatividad, esa capacidad tan humana de conectar ideas y sentidos, necesita tiempo y espacio. Y curiosamente, lo encuentra no cuando forzamos, sino cuando soltamos.
La siesta, ese rato aparentemente inofensivo, puede ser el espacio perfecto para que florezcan nuevas comprensiones. Como psicóloga, he acompañado a muchas personas que llegan a terapia con un objetivo concreto y que, semanas después, me dicen: “lo vi claro una tarde que estaba tumbada sin hacer nada”. Y es que parar también es avanzar.
El verano nos ofrece un contexto ideal para ello. No hay que producir, ni rendir. Podemos permitirnos estar, sin más. Es entonces cuando nuestro mundo interno empieza a hablar más alto, y si le prestamos atención, puede mostrarnos caminos nuevos.
Aprovechar este tiempo para descansar no es una pérdida de tiempo. Es una inversión. También puede ser un buen momento para iniciar un proceso terapéutico desde otro lugar, más conectado, más intuitivo, menos urgente.
Si este verano, en mitad de una siesta, te sorprendes con una idea, una emoción o una necesidad que lleva tiempo llamando a la puerta… quizá sea hora de abrir.
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