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La soledad rural también pesa: cuando el silencio se vuelve ruido interno

  • Writer: Gema Benito González
    Gema Benito González
  • Jul 23
  • 3 min read

Vivir en un entorno rural puede parecer sinónimo de paz: el verde de los campos, el ritmo tranquilo, el aire limpio, el canto de los pájaros al amanecer. Pero esa imagen, aunque cierta, no siempre cuenta toda la verdad. En muchos pueblos pequeños o zonas alejadas, el silencio que rodea también puede convertirse en una forma de soledad que pesa. Porque cuando no hay con quién hablar de lo que te preocupa, ese silencio se vuelve ruido por dentro.


Cuando la calma se confunde con desconexión


En consulta, algunas personas que viven en zonas rurales comparten una sensación de aislamiento difícil de explicar: “Aquí se vive bien, pero me siento sola”. No es una contradicción. Se puede valorar el entorno natural y, al mismo tiempo, sentir que falta algo esencial: el contacto humano significativo, ese que permite hablar sin miedo a ser juzgada, ese que da permiso para soltar la carga emocional.


Muchas veces, en los pueblos pequeños, cuesta encontrar espacios de intimidad emocional. Hay pocas oportunidades para compartir lo que una siente sin que “todo el mundo se entere”, sin temor a ser señalada o interpretada. Se genera entonces una especie de doble silencio: fuera, el del campo; dentro, el de lo que no se dice.


El malestar también vive en el campo


Existe una idea extendida de que vivir lejos del estrés de la ciudad debería bastar para sentirse bien. Pero el bienestar no depende solo del entorno físico. A veces, la soledad pesa más que el bullicio. Las rumiaciones mentales, las preocupaciones constantes, la sensación de estar desbordada sin posibilidad de pedir ayuda… también habitan en zonas rurales. Y suelen hacerlo en silencio, muchas veces durante años.


Este malestar puede venir acompañado de culpa (“no debería sentirme así con lo bien que se vive aquí”), lo que dificulta aún más buscar apoyo. Pero el dolor emocional no entiende de ubicaciones geográficas.


Terapia online: un puente sin barreras


La buena noticia es que hoy existen formas de acompañar ese malestar sin necesidad de desplazarse ni exponerse públicamente. La terapia online permite acceder a apoyo psicológico profesional estés donde estés. No hace falta tener consulta en el pueblo ni conducir durante una hora para ser escuchada.


Desde una videollamada en tu espacio íntimo, puedes abrir un espacio seguro donde expresar lo que no has podido compartir. Donde el silencio se convierte en escucha, y la carga emocional empieza a aligerarse.


Además, la terapia online te ofrece:


✓ Privacidad total, sin cruzarte con nadie en la sala de espera.

✓ Flexibilidad horaria, adaptada a tu rutina.

✓ Accesibilidad, incluso si tienes poca conexión: solo necesitas un teléfono, una tablet o un ordenador.

✓ Confianza, sin tener que justificar por qué necesitas ayuda.


También mereces sentirte acompañada


Este artículo es para ti, si vives en un pueblo y has sentido que estás sola con tus pensamientos. Si hay noches en las que el silencio te resulta demasiado grande. Si hay días en los que no puedes más, pero no sabes por dónde empezar a pedir ayuda.


También en lo rural, también en entornos tranquilos, la salud mental importa. Y no tienes que esperar a tocar fondo para empezar un proceso de cuidado.


Pedir ayuda no es señal de debilidad, sino de valentía.


Porque incluso en los lugares más bonitos por fuera, también es importante florecer por dentro.


📞 ¿Te resuena este texto?


Si vives en un entorno rural y sientes que necesitas hablar con alguien, estaré encantada de acompañarte desde la terapia online. Puedes escribirme directamente por WhatsApp.


Tu bienestar también cuenta, estés donde estés. 🌿

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